La eficiencia energética de un edificio establece el consumo de energía que se estima necesario para satisfacer la demanda energética del edificio en unas condiciones normales de funcionamiento y ocupación. Su calificación la debe realizar un técnico competente, para determinar de acuerdo a la metodología de cálculo, su etiqueta de eficiencia energética. Este proceso conlleva finalmente a la obtención de su Certificado correspondiente.
En la actualidad los inmuebles destinados a la venta o arrendamiento han de estar en posesión del certificado de eficiencia energética, así como las viviendas de nueva construcción.
Este consumo energético se caracteriza por los kilogramos de dióxido de carbono que emite cada metro cuadrado del inmueble durante un año.
Los valores de estas unidades han sido divididos en rangos de forma que a cada conjunto de las mismas le corresponde una letra de la A (color verde) a la G (color rojo). Estas son las letras y barras de color que aparecen en la etiqueta energética.
Los inmuebles que obtienen la certificación energética con la etiqueta A son las de menos consumo, frente a aquellas que obtienen la letra G, que están justo en el extremo opuesto y cuya calificación habrá sido fruto de un estudio de las condiciones de construcción e instalación energética en el inmueble.
La Eficiencia Energética de los edificios no consiste en reducir el nivel de confort de las viviendas sino en mantenerlo, o incluso aumentarlo, con una reducción en los consumos de energía. A partir de aquí se pretende explicar cuál es la situación energética actual del inmueble y cómo se puede mejorar.
Ventajas para el comprador o inquilino:
Obviamente, ellos son los primeros beneficiados, ya que sabrán qué nivel de aislamiento tiene la vivienda y qué costes de climatización van a tener que afrontar. Además, si la vivienda es energéticamente eficiente, se ahorrarán mucho dinero al año.
Sin olvidar que no es solo cuestión económica, también las bajas emisiones de CO2 de las instalaciones garantizan que el inmueble sea respetuoso con el mediambiente.
Ventajas para el propietario:
Si su vivienda obtiene una buena clasificación energética, su valor aumenta, con lo que la podrá vender o alquilar por un importe superior a las que tienen una mala calificación o, por lo menos, le resultará más fácil y rápido hacer la operación de venta o alquiler.
Si, por el contrario, su vivienda obtiene una mala clasificación, estará en desventaja y tendrá que ajustar el precio o adoptar medidas de mejora de la eficiencia energética. Por poco dinero, si contrata un buen profesional, podrá mejorar la calificación de su vivienda.
Además, piense que cuando sea usted el comprador o inquilino, disfrutará de las ventajas de la ley y seguirá saliendo beneficiado de ella.
En cualquier caso existen ayudas en forma de financiación por parte de las administraciones públicas para la renovación u obras destinadas a mejorar la calificación energética del inmueble tales como cambios de caldera, ventanas, aislamientos, etc.
Próximamente se espera la entrada en vigor de la nueva ley que bonifica vía IBI la tenencia de una etiqueta energética favorable en nuestra vivienda.