Todos podemos apreciar como la realidad social de este país ha cambiado en los últimos ocho años casi tanto como en cuarenta. El por qué tiene clara respuesta: ha sido inevitable que nos reinventásemos como individuos y como colectivo. Las orejas del lobo han estado a la vista de manera continuada. Pasaban los meses y pasaban los años y todo alrededor parecía desmoronarse sin fin.
Entre esa maraña de males que a todos acuciaban, nuestro proyecto de vida, nuestro proyecto de empresa con humildad sobrevivía año tras años. Los auditores de calidad que cada año nos visitaban ponían interés y mucho asombro en los “decentes” resultados de la compañía. Sólo podíamos transmitirles que no nos cansábamos de innovar, de motivar y de poner buena cara al mal tiempo.
Entre todos un líder transmitiendo tranquilidad, seguridad y aplomo constante. La empresa presidida con mano firme y con un timón en una sola dirección, todos a una.
No sabemos si el sol ha salido definitivamente y vivimos alerta, pendientes de un futuro incierto. Sin embargo nada tememos porque si para algo han servido esos ocho últimos años ha sido para prepararnos. Un entrenamiento de élite.
Empujados por esos vientos favorables de la economía nuestro amado sector de la intermediación inmobiliaria se está nutriendo de nuevas incorporaciones. A todos les damos la bienvenida siempre que sea sobre la base de lo que nuestra empresa ha sembrado en esta ciudad: honestidad, trabajo, servicio y atención excelente a sus clientes. Sólo aquéllos que hayan nacido con esa voluntad en su ADN serán dignos acompañantes de los que hemos superado la crisis más grave de la historia económica de la democracia española.
Propongo en beneficio de la sociedad que se tomen medidas para evitar que de nuevo, en este u otro siglo desaparezcan el 70 por ciento de las empresas inmobiliarias.
Creo recomendable que se establezca un filtro para aquéllos que deseen intervenir profesionalmente en la decisión económica más importante de cualquier español medio: la compra de una vivienda.
Ese filtro podrá ser formativo o económico, en cualquier caso de garantía. De esta manera encontraremos el prestigio necesario para el colectivo. Seguros de responsabilidad civil obligatorios y cauciones para la entrada en la profesión. Formación reglada y cualificación profesional. Medidas éstas que garantizan el acceso de los más solventes, los que podrán responder ante el cliente, ante el consumidor.
Se impone el modelo 60-40. El sesenta por ciento del personal de las compañías con perfil comercial y el 40 soporte de back office. Lejos queda el modelo 90-10 porque cada vez tenemos más peso los juristas, los financieros, los de marketing, los informáticos y los estrategas. Las empresas están cambiando y sobre todo se están profesionalizando. Son nuevos tiempos, nuevas maneras de entender los negocios inmobiliarios.
Queríamos hablar de nuestra empresa y no hemos encontrado mejor manera de hacerlo que no hablando de ella en concreto. Creemos firmemente el proyecto para el que nos ha formado cada día el buen hacer de cada uno de nuestros miembros corporativos y queremos difundirlo como un modelo de éxito. Si a nosotros nos ha funcionado en tiempos de crisis imaginar en los próximos de previsible bonanza.
Hacer las cosas bien es buscar garantía y beneficio ajeno, casi siempre a costa de tu ganancia. No me resisto a que lo intentes por esta vía, a nosotros nos funciona.